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Mostrando entradas de febrero, 2015

El incidente

Nada cautiva más al ser humano que una buena historia. Si ésta resulta además ser verídica, nuestro interés aumenta y también lo hace nuestra inclinación a compartirla con otros. La aún joven historia del jazz ha dejado cientos de anécdotas memorables, muchas de ellas de naturaleza casi cinematográfica: desde el asesinato de un músico por haber bebido un licor envenenado dirigido a otra víctima hasta la composición de una suite y posterior creación de un único ejemplar de un disco de vinilo para conmemorar haber conocido a una persona. Hechos brutales o sublimes, pero hechos humanos en todo caso. Cuando hace unos días hablábamos sobre la figura de Juan Tizol en la serie sobre estándares de jazz, se mencionó, a propósito de los contrastes en su biografía y en su carácter, la navaja que a menudo portaba, y tras la referencia que se hizo respecto a un incidente con el contrabajista Charles Mingus, se despertó el interés de algunos lectores. Tanto Tizol como Mingus fueron h

Estándares de Jazz: 4. 'Caravan'

En ocasiones una decisión que puede en principio parecernos personal, simple y de repercusiones limitadas acaba teniendo un alcance imprevisto. Imaginemos a un niño nacido en el Puerto Rico de 1900 en el seno de una familia de músicos. Su tío, Manuel Tizol Márquez, era entonces considerado la figura puertorriqueña más destacada de la música instrumental tanto en el repertorio clásico como en el popular. El pequeño Juan Tizol —según testimonio propio— participaba en la banda de su tío Manuel cuando contaba con tan solo 8 años, y fue posiblemente por aquel entonces cuando tomó una decisión que habría de tener influencia tanto en su carrera como en la evolución de la música americana del siglo XX. La simple pero definitiva elección del pequeño Juan Tizol consistió en dejar el violín para entregarse al trombón de pistones, instrumento al que dedicó el resto de su vida. En 1920 viajó junto con su orquesta a los EE UU, donde, pese a no conocer el idioma —refiriéndonos con

"The Tattooed Bride" y la conquista del tiempo

Cuando Columbia Records presentó en 1948 su Long Play de vinilo (LP o elepé) de 33 revoluciones por minuto consiguió entre otras una mejora definitiva respecto a los discos de 78 rpm: ciertamente era ésta una lucha del hombre por conquistar el sonido, pero más aún por conquistar el tiempo. De este modo se consiguió superar las limitaciones que imponían los aproximadamente cuatro minutos de grabación posibles hasta la fecha para lograr un escenario prometedor con los más de 20 minutos por cara que brindaba el elepé de la Columbia. Esta nueva posibilidad de grabación se enfocó muy especialmente en obras de música clásica: sinfonías, conciertos o suites que hasta entonces no podían registrarse en un disco de vinilo debido al reducido minutaje que ofrecía. Los artistas de música popular encontraron en los elepés la oportunidad de presentar trabajos que por primera vez podían contener una decena de temas. El 18 de diciembre de 1950 Duke Ellington y su orquesta graba