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Leonard Bernstein fotografiado por Jack Mitchell
«...Siempre fue más imponente que la vida pero resultó estar por debajo de la muerte. De manera asombrosa, simplemente ya no existe.»
Burton Bernstein fue uno de los pocos familiares capaces de dominar por un momento la pesada emoción que sojuzgaba aquel salón y pronunciar unas palabras en la despedida a su hermano Lenny.
Era la mañana del 16 de octubre de 1990 en el apartamento de Leonard Bernstein en el edificio Dakota de la ciudad de Nueva York, una ciudad en luto, que sufrió la pena hasta tal punto que entregó a un músico la despedida reservada a los jefes de estado. Sí; salvas, calles cortadas y escolta policial para el cortejo fúnebre… pero también obreros quitándose a su paso el casco y diciendo «Adiós, Lenny».
¿Qué existencia logra algo así? ¿A qué hombre se despide de esa manera? ¿Quién conquista a líderes o a obreros de igual forma?
Este es el puzzle que os propongo que vayamos resolviendo juntos a lo largo del año (si lees este texto en 2021 o, siendo optimistas, 2068, por favor, sigamos/seguid haciéndolo). Será el Reto Leonard Bernstein que os invito a compartir allá donde estéis con la excusa de que el 25 de agosto de 2018 celebraremos el centenario del nacimiento de un hombre que se definía a sí mismo con una sola palabra: músico.
Parte de ese ejercicio de ir moviendo capas y capas de transparentes visillos consistirá en descubrir, recordar y celebrar el papel del jazz en la vida y el legado de Leonard Bernstein.
Para comenzar esta aventura no puedo dejar de recomendaros que visitéis The Bernstein Experience on Classical.org, donde estaréis al día de los eventos a lo largo y ancho del planeta, encontraréis material inédito y podréis escuchar la obra del maestro 24 horas al día.
Cuento con vosotros para compartir este hermoso centenario, conocer vuestras debilidades (o incluso vuestras fobias) de quien acabará convirtiéndose en breve en nuestro amigo Lenny, estar al día de qué eventos ofrecen vuestras ciudades (y sobre esto escribiré próximamente) y permitirnos unos a otros entrar en nuestros teatros o en el salón de nuestras casas.
Mientras escribo estas palabras estoy escuchando Jeremiah, la primera sinfonía que compuso Bernstein, en una versión de la Orquesta Filarmónica de Israel dirigida por el propio Bernstein y editada por Deutsche Grammophon. Lo compartiré en redes con los hashtag #RetoLeonardBernstein y #BernsteinAt100. Confío en que los recordéis para poder seguir vuestras andanzas en el año Bernstein y vivir la aventura juntos.
Quiero, además, agradecer a Terry Teachout sus recomendaciones respecto a la bibliografía, que han resultado ser, cómo no, redondas.
Nos vemos pronto. Ahora, ¡a celebrar!
© Texto: Mirian Arbalejo
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En ocasiones una decisión que puede en principio parecernos personal, simple y de repercusiones limitadas acaba teniendo un alcance imprevisto. Imaginemos a un niño nacido en el Puerto Rico de 1900 en el seno de una familia de músicos. Su tío, Manuel Tizol Márquez, era entonces considerado la figura puertorriqueña más destacada de la música instrumental tanto en el repertorio clásico como en el popular. El pequeño Juan Tizol —según testimonio propio— participaba en la banda de su tío Manuel cuando contaba con tan solo 8 años, y fue posiblemente por aquel entonces cuando tomó una decisión que habría de tener influencia tanto en su carrera como en la evolución de la música americana del siglo XX. La simple pero definitiva elección del pequeño Juan Tizol consistió en dejar el violín para entregarse al trombón de pistones, instrumento al que dedicó el resto de su vida. En 1920 viajó junto con su orquesta a los EE UU, donde, pese a no conocer el idioma —refiriéndonos con ...
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