Christian McBride Trio
15 de julio de 2014
Clamores. 21:30
20 euros. Lleno
Christian McBride: contrabajo
Christian Sands: piano
Rodney Green: batería
Quien se acercara la noche del 15 de julio a la Sala Clamores de Madrid a escuchar el Christian McBride Trío con el deseo de poder experimentar en directo el último trabajo discográfico del contrabajista, Out Here (Mack Avenue), se encontró con tres hechos que quiero destacar del concierto.
McBride, Sands y Green en Clamores |
Sin embargo, finalmente no cupo lugar para la decepción pues creo que con el repertorio que presentó McBride, quedaron aún más claras sus intenciones al apostar por este trabajo en trío.
Efectivamente, trío clásico de jazz: piano, bajo y batería. Puede parecer extraño que un músico con la trayectoria de Christian McBride nunca antes hubiera liderado un trabajo con esta formación pero, como podéis imaginar, este hecho no es algo fortuito, y es posible que responda a una opción personal para evitar el desarrollo de las razonables pero numerosas comparaciones que siempre ha recibido con el contrabajista Ray Brown.
Pero el azar quiso que hace unos años dos miembros de su quinteto no pudieran presentarse a una cita y, con buen criterio, McBride tomó la decisión de no buscar sustitutos para estos músicos y llevar a cabo la actuación como trío. La primera de muchas.
Así empezó a concebir Out Here.
Dicho esto, volvamos al concierto y al primer hecho que he querido destacar: la elección del repertorio; especialmente, la opción de presentar en el concierto como únicos dos ejemplos de los temas que conforman su disco Easy Walker, de Dr Billy Taylor –compositor del tema y maestro de Christian Sands, pianista tanto en el disco como en el concierto–, y Who’s Making Love, una de las pocas oportunidades en que abandonó el jazz más clásico para optar por otros derroteros musicales, como el R&B (precisamente en esta pieza), el funky, el soul o el blues.
El resto de los temas conformaron en sí el segundo hecho sobre el que deseo llamar la atención, pues me pareció un acierto y toda una declaración de intenciones basar el programa en la interpretación de estándares en este compromiso del contrabajista con el legado musical recibido. Y es que dice McBride que su trío parece ser un anomalía en los tiempos que corren, pues escuchando a los músicos jóvenes encuentra mucha preparación musical pero no siente esa satisfacción de espíritu que antes sí encontraba. Destaca que antes los jóvenes mostraban orgullo en rendir tributo a sus maestros sin perder su propia identidad; aunque sí pudo encontrarlo en su joven pianista Christian Sands, que, desde el primer tema del concierto, Day By Day, dejó patente su swing, su piano dinámico, su dominio del bebop y, como reza líneas antes, el respeto y el conocimiento del jazz que otros le han dejado en herencia. Sands por sí mismo fue uno de los platos fuertes de la noche, y sospecho que de muchas noches en los años por venir. Al tiempo.
Tuvimos cambio de ritmo y de tempo pero no de carácter con el Povo de Freddie Hubbard, aunque sospecho que los grandes afortunados de la noche fueron (fuimos) los amantes de Monk y de Ellington, especialmente los de este último, pues, tras un Caravan en el primer pase que levantó todos los espíritus del club, nos encontramos en el segundo con una revisión de Sophisticated Lady emocionante, muy bella, narrada a partir de numerosos recursos musicales, especialmente en el contrabajo: desde el uso de armónicos hasta el cambio al arco, sin que ninguno de ellos fuera utilizado de forma inútil o frívola, sino como herramienta para transmitir de forma más nítida o sensible.
El tercer y último hecho que llamó mi atención fue la ausencia del baterista Ulysses Owens Jr. Aunque desde un principio en el cartel para el concierto estaba convocado Rodney Green, compañero y amigo de McBride, creo que para quienes conozcan a Owens –o al menos su trabajo con McBride o su huella en Out Here– esta ausencia no habrá pasado desapercibida. Por supuesto, Green estuvo a la altura; al fin y al cabo estamos hablando de grandes músicos, pero, ya sea por empatía, por compenetración o por equilibrio, esa simbiosis musical con McBride y Sands no fue tan llamativa. Existió esa máxima de mosqueteros durante el concierto y tuvimos un trío dispuesto a mostrar un swing a muerte y, aunque puede que no se cumplieran todos nuestros deseos, la realidad fue algo que superó cualquier inclinación personal, pues se rindió homenaje a tres conceptos grandes: se ofreció respeto a los grandes músicos, se celebró la gran música y se trajeron al presente los grandes tiempos, pero no como algo del pasado, sino como la música que deseábamos escuchar en ese preciso momento que llamamos ahora.
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