Cuando existe la duda de si estamos siendo testigos de una era de cambios, la forma más rápida de encontrar una respuesta es fijarse en la gestión de la cultura. La transformación en la creación artística da sin duda pistas y es imprescindible para comprender períodos a medio y largo plazo, pero es la gestión cultural —y la diligencia y el celo en su apoyo y distribución— lo que marcará este aviso de forma más inminente.
El arte sobrevive. Siempre lo hará. Decía Aristóteles que el arte es la mímesis de lo humano, y hasta ahora su descripción sigue demostrándose cierta. De modo que aunque presenciemos altibajos en su desarrollo, el arte seguirá existiendo, curiosamente pese a y por esas peculiares criaturas que resultamos ser.
Un tema muy diferente es la logografía en torno al arte (sospecho que nuestra generación será la última que conviva con la crítica musical) y su gestión.
El Festival Internacional de Jazz de Getxo cubre diversos frentes fundamentales en una gestión lúcida del jazz en el siglo XXI. La realidad del jazz (como en cualquier otra expresión del arte) transciende con mucho los nombres conocidos, que en ocasiones son los grandes exponentes del género... pero no siempre se cumple esta máxima: mercadotecnia y talento son dos conceptos que debemos diferenciar constantemente. Por ello es importante no perder de vista la música que nace y se va asentando por su propio mérito. Esta filosofía es un hecho en el festival, que lleva más de 30 años programando su concurso de grupos (en su comienzo a nivel nacional, para después centrarse en formaciones europeas)
La edición que acabamos de vivir (del 3 al 7 de julio) ha sido la 43.ª. Getxo vio nacer a su festival en 1975, organizado por la Comisión de Fiestas de San Ignacio (los primeros años cuenta con la colaboración del Festival de Jazz de Donostia, que envía grupos de su Concurso Internacional).
1.ª edición del festival en en el puerto Viejo de Algorta (con Tete Montoliu como cabeza de cartel). 1975 © Festival Internacional de Jazz de Getxo |
Un prácticamente desconocido Sting tocando como sideman con LAST EXIT (1975) © Festival Internacional de Jazz de Getxo |
Jorge Pardo en la 2.ª edición del festival (1976) © Festival Internacional de Jazz de Getxo |
Este año el festival estrenaba sede en un recién inaugurado Muxikebarri, cuyo auditorio ofreció experiencias musicales brillantes.
Estelar fue el concierto del trío del pianista y compositor Kenny Barron con Kiyoshi Kitagawa (contrabajo) y Jonathan Blake (batería), que ofreció un repertorio de estándares y temas propios donde el maestro deconstruyó a Monk desde la fidelidad a su estilo único avanzando y transformado a través de un lenguaje funk que nos hizo recordar que este trío posee una imaginación musical y dominio instrumental cuyas posibilidades solo pueden traducirse en asombro para quien escucha. Mención especial para el medley de Barron con cuatro temas del tándem Ellington - Strayhorn.
Otra experiencia musical de gran emoción y belleza fue la que ofreció el guitarrista Julian Lage, con temas muy diversos. Visitó parte de su discografía, interpretando y reinventando temas como Crying, de Roy Orbison, que pese a ser tan conocido consiguió que deseáramos que jamás acabara.
El hecho de que el concurso de grupos reciba un trato protagónico es uno de los valores del festival. Pudimos escuchar música nueva de gran calidad que difícilmente llega al público, incluso al más interesado. Y de hecho el público está involucrado de forma real, deseando conocer el fallo del jurado (insistiendo al jurado para que comparta los nombres de los ganadores y haciendo sus propias apuestas antes de hacerse público en la jam session. Y esto también contiene un espíritu muy claro: el acta se ofrecerá después a la prensa, pero el fallo se conoce en la jam).
Mario Benso, dando a conocer los ganadores del concurso de grupos:
[Total honestidad: formé parte del jurado] |
Cuando encontramos que la tradición y la innovación siguen senderos afines, somos testigos de belleza y emoción, y tenemos la suerte de descubrir música nueva, sabemos que lo que ha acontecido es una muestra real de jazz.
[Nota: mi agradecimiento a Iñaki Saitua por estas fotografías, que como veis son joyas]
© Mirian Arbalejo
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