Cuando una pieza musical toma notoriedad entre los músicos y es reproducida a lo largo del tiempo desde diversas aproximaciones para terminar formando parte del acervo jazzístico de forma espontánea y convertirse en una referencia musical, decimos que nos encontramos ante un estándar.
Ilustración de Missingduke gracias a Canva. |
Muchas de las partituras que terminan formando parte de este repertorio habitual que denominamos estándares provienen de lo que conocemos como el Great American Songbook: el conjunto de composiciones más relevante de EE UU, generalmente provenientes de musicales de Broadway, de la industria cinematográfica de Hollywood y del fértil ingenio de los músicos tanto de jazz como de canción popular de la primera mitad del siglo XX (y, por tanto, del Tin Pan Alley), pero el origen de un estándar no sigue una norma estricta y por ello pueden encontrarse ejemplos con orígenes geográficos y culturales muy distintos.
Así sucede con temas de bossa nova (Insensatez), música europea (como la canción Les Feuilles Mortes —comúnmente conocida como Autumn Leaves—, cuyo autor es de origen franco-húngaro) o la banda sonora de películas no pertenecientes al género musical, como por ejemplo La Calle del Delfín Verde, en cuyo tema principal captó potencial Miles Davis durante una reposición de la película 10 años después de su estreno.
No es por tanto necesario que los títulos hayan sido compuestos a priori como un tema de jazz para llegar a convertirse en estándares. Los Ghetto Swingers tomaron el tema Someday my Prince Will Come de la versión de Walt Disney de Blancanieves y los Siete Enanitos (1937), y de esta elección recogieron después el testigo músicos como Dave Brubeck, Miles Davis, Bill Evans, Oscar Peterson o Herbie Hancock. En algún punto ubicado entre estas selecciones, revisiones e improvisaciones, el tema pasó a considerarse un estándar.
Para alcanzar este estatus y trascender la categoría de canción popular, se cumplirán siempre varias características, como la atemporalidad, la notoriedad de la pieza o la interpretación del tema desde diferentes aproximaciones (especialmente aquellas que resulten atractivas al músico y le inciten a su reproducción e improvisación, bien sea por su belleza melódica, su originalidad rítmica o sus peculiaridades armónicas, sin olvidar su inclinación por la capacidad de crear atmósferas o invocar sentimientos, en los que en muchas ocasiones el papel del trabajo del letrista en una canción tiene un peso injustamente obviado).
Cyrus Chestnut revisa Chelsey Bridge y Giants Steps en Midnight Melodies. |
Tomemos como ejemplo Chelsey Bridge, tema compuesto por Billy Strayhorn en el año 1941.
Existen numerosos ejemplos interpretativos en torno a esta partitura por parte de músicos como Ben Webster, Wynton Marsalis, Keith Jarrett, Lew Tabackin, Joe Henderson o +Tony Bennett, lo que refuerza la idea del tema como referente y demuestra el interés de músicos —y su renombre ante el público— a lo largo del tiempo, pero también en la actualidad, pues Chelsey Bridge aparece publicado este mismo año en el disco Midnight Melodies de Cyrus Chesnut (Smoke Sessions Records).
Otros ejemplos de estándares grabados en trabajos publicados durante los últimos 12 meses son My Ship (David Hazeltine - For All We Know), Caravan ( +Cyrille Aimée - It's a Good Day), Body and Soul (Charlie Haden/Jim Hall), How High The Moon ( +Orrin Evans - Liberation Blues), Sweet and Lovely (Peter Bernstein Trio - Ramshakle Serenade) o Lush Life (Louis Hayes - Return Of The Jazz Communicators); sin olvidar los doce temas del disco de +Ángela Cervantes y +Chema Saiz Recordando a Ella Fitzerald & Joe Pass o el trabajo de +Tony Bennett y Lady Gaga Cheek to Cheek, también de una selección de estándares en su totalidad.
El número exacto de los temas que compondrían una lista de los estándares de jazz no será nunca definitivo pues las piezas van incorporándose de forma natural y respondiendo a una frecuencia instintiva y espontánea. Además, mientras que existe un consenso en la inclusión de varias centenas de temas en este proyecto de lista, no siempre se encuentra conformidad para reconocer una pertenencia clara de otros títulos en ese lugar común, pero lo cierto es que el punto de vista de los individuos sobre la incorporación o descarte de una composición para ser considerada un estándar, finalmente será resuelta de forma espontánea por su utilización a lo largo del tiempo.
En esta aproximación y revisión de los estándares que nos proponemos comenzar hoy queremos acercar las peculiaridades de los títulos desde un punto de vista que no solo comprenda la perspectiva musical de las versiones más destacables (o menos afortunadas) sino que preste especial atención al mensaje de la composición, a su letra, su contexto y las circunstancias de su autor.
Un estándar de jazz es un gran mensaje. En ocasiones se sabe descifrar; en otras se intuye, a veces se fracasa. Y casi siempre obsesiona.
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