Así se presenta Kamasi Washington en Heaven and Earth |
Lugar: Sala La Riviera. Madrid.
Fecha: 13 de mayo de 2018. 21:00 horas
Aforo completo
Kamasi Washington: saxo tenor
Miles Mosley: bajo
Miles Mosley: bajo
Ryan Porter: trombón
Brandon Coleman: teclados
Rickey Washington: saxo soprano; flauta
Rickey Washington: saxo soprano; flauta
Patrice Quinn: voz
Tony Austin y Robert Miller: Baterías, percusión
Aquel saxo tenor que sonaba en To Pimp a Butterly, el álbum que publicó el recientemente nombrado premio Pulitzer, Kendrick Lamar, estaba aún tomando fuerza en los mentideros del jazz cuando ese mismo año (2015) Kamashi Washington publicó su exorbitante ópera prima, The Epic, donde todo era excesivo y nada sobraba.
En 2017, con Harmony of Difference, quedó claro que aquel crisol de géneros y sentimientos no fue un espejismo, consagrando a Washington como el músico de referencia que es hoy. Tanto es así que no había más que echar un vistazo al entregado público que asistió al concierto en la sala La Riviera: ecléctico y colmado de anticipación.
La excusa fue la presentación de su tercer trabajo, Heaven and Earth, que se publicará en unos días. La realidad era que Madrid ansiaba recibir a Kamasi Washington en la forma y manera que éste quisiera. Y así pareció comprenderlo el saxofonista y compositor californiano, que ofreció un concierto vibrante a través de composiciones clave de su carrera musical.
«Estos músicos son genios», fue la presentación del septeto que compuso la banda, con un comienzo muy potente que pareció recaer en el funk a muerte de Mosley y Porter, con sus juegos de efectos en bajo y trombón. Pero aquello sólo fue el aperitivo, porque el primer solo del líder desplegó la voz imperante, incansable, creando una transición de vuelta a la melodía (sin soltar el saxo en al menos 10 minutos), acompañado por una seccción rítmica ciclópea: el fuerte musical estaba flanqueado por dos torres de batería y percusión que ofrecieron un interesante duelo a mitad de concierto pero, como es preceptivo, sin hacer sombra pese a su teórica superioridad a la constante melódica que recayó en voz y vientos.
Algo que debemos tener en mente es que Kamashi Washington no es sólo un músico relevante, sino una personalidad de positiva influencia. Su discurso no es sólo musical; es vital. Sus partituras marcan trazos de quién es, de lo que busca y, sobre todo, de la naturaleza de la impronta que desea dejar.
No hay límites en su proceso creativo: su capacidad como compositor sigue floreciendo, pero sus inspiraciones son vastas, y dio prueba de ello en el concierto.
La reivindicación es otro rasgo importante en este músico y en este hombre. Por ello avisó que uno de sus temas favoritos es Black Man, composición de su teclista, Brandon Coleman, con Patrice Quinn interpretando la letra que ella misma había creado.
Pero la curiosidad del músico sigue (como debe) avanzando. Quizá los dos hitos del concierto fueron su oda Fists of Fury, adelanto de su nuevo álbum y homenaje al tema de la película homónima protagonizada por Bruce Lee; y Truth, el talismán de su segundo álbum; una melodía que integra sus propias tablas de la ley, pues nos recordó de nuevo que esta verdad no puede tener lugar sin integridad, sin conocimiento... un conocimiento que se nos presento en un caleidoscopio de géneros, con transiciones sorprendentes hacia ritmos latinos. La transformación y la integración constantes de las transformaciones de Truth transmitieron una dignidad musical conmovedora. Porque la verdad puede ser recitada en cualquier género, ritmo y circunstancia.
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