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20 Buenos Discos de 2018



Del privilegio que supone haber escuchado tanta música valiosa, emocionante, atrevida, salvada de unas cajas o revelada en pleno insomnio, la única frustración que nos queda a quienes la devoramos es la certeza de que jamás podremos escuchar todos y cada uno de los discos creados a lo largo del año en el planeta. Es una de las razones por las que esta ya tradicional lista que publico el último día del año no lleva el familiar título de "los mejores discos del años". Son mis favoritos de entre algunos centenares. Tanta música de calidad llega a mí cada año... Ojala existiera la posibilidad de hablar de toda.

Comenzaba 2018 con un disco en mis manos: Love, Time and Divination, del cuarteto de Nueva Orleans liderado por el trombonista Mark McGrain. Un disco que resultó siendo realmente significativo y lúcido en su título respecto a lo que estaba por venir: un encuentro entre la tradición y el presente, una apuesta por sacar adelante un trabajo en que el músico cree. 

Cada vez más discos que llegan a esta lista son autoproducidos; es un tema importante que merece ser tratado con extensión en otra ocasión.

El último disco que he escuchado publicado en 2018 ha sido Carta Blanca (UnderPool), disco debut del cuarteto de Marc Cuevas, que encuentra con acierto nuevos caminos para transmitir. Una música real a la que volver a menudo. Sólida, inventiva.


Aquí tenéis una pequeña selección de mis discos favoritos de 2018.
[*Nota: mi aportación a la Francis Davis / NPR's Jazz Critics Poll consistía, como la del resto de los críticos, en 10 discos. Es un absoluto alivio no acotarme aquí a un número]




***






Both Directions At Once. John Coltrane. (Impulse!)  

Habría sido interesante que hubiéramos escuchado esta sesión de grabación sin conocer el autor. Seguro que nos habríamos ahorrado conversaciones fatuas para pasar a lo importante: música extraordinaria publicada en 2018. Ya nos lo dijo Dave Liebman: la edición de este álbum "es como encontrar una ópera de Mozart en el techo de alguien". Estas dos direcciones a un mismo tiempo nos hablan de la música que había hecho Coltrane y nos deja vislumbrar lo que habría venido en su futuro. Por supuesto también desgrana esa realidad suya: la del instrumentista visceral y el músico que trasciende lo corporal.




Close Up. Sara Serpa. (Clean Feed Records)

La música creada en Close Up, el último trabajo de la vocalista y compositora Sara Serpa junto con Ingrid Laubrock (saxofones) y Erik Friedlander (violonchelo), no existe únicamente para ser escuchada, sino, posiblemente en mayor medida, para ser enfrentada.Toda esta bendita y maldita pureza la intentaremos asumir a lo largo de un sendero pleno en riqueza y conmovedor en matices.







CODE GIRL. Mary Halvorson. (Firehouse 12 Records)

De las numerosas virtudes que posee esta artista, la capacidad de sorpresa es una de las más valiosas, y, aunque el listón lo ponía difícil, con CODE GIRL ha logrado asombrarnos aún más. Extraordinaria guitarrista, singular letrista y ávida creadora... con Halvorson siempre estaremos deseando saber en qué consistirá la próxima parada.








DORAVANTE. Abe Rábade Trío. (Nuba + Karonte Records) 

Otra diapositiva cegadora en matices proyectada en la alegoría musical que es la carrera del creador Rábade y su trío. Un trío que es como una criatura mitológica: con partes de diferentes seres pero realmente conformando uno solo. Ese es el nivel de entendimiento y capacidad de creación. Por cualquier sendero, por cualquier género.







Emanon. Wayne Shorter. (Blue Note Records)

Durante tres discos (y una novela gráfica), Shorter interpreta con su cuarteto habitual (Danilo Perez, John Patitucci y Brian Blade) y la ocasional inclusión de la Orpheus Chamber Orchestra una obra que nos sigue apuntando al tremendo valor compositivo de esta leyenda del jazz.








En Dag I Oktober. Hvalfugl. (Hvalfugl Music)

Tras su hermoso By, Hvalfugl graba esta suite (primera entrega de los hasta ahora 4 capítulos publicados). Realmente se trata de un ensayo grabado en una cabaña, donde aúnan la tradición escandinava y la improvisación.









Kennedy Meets Gershwin. Nigel Kennedy. (Warner Classics) 

Ha sido una fantástica sorpresa encontrar jazz en los dominios habituales de otras músicas. Tal es el caso del violinista Nigel Kennedy, que demuestra que puede hablar perfectamente el lenguaje del jazz (cosa, por cierto, no demasiado común en música clasica) y dejar ejemplo de cómo se interpreta un estándar de jazz.






Live In HealdsburgAnat Cohen y Fred Hersch. (Anzic Records)  

Este dúo de ensueño... se deshace en la boca, calienta el corazoncito. Por suerte se grabó este directo para no olvidar nunca.










Music IS. Bill Frisell. (OKeh) 

Francamente, pocas palabras podrían aportar una descripción útil a este trabajo superando la realidad de su título. Esto es música y esto es la música, en toda su simpleza y complejidad. Por fin volvemos a tener un disco en la soledad plena y repleta de confesiones de Bill Frisell, uno de los músicos más sorprendentes y optimistas de nuestro tiempo, un intérprete con una capacidad especial para captar la belleza y hacérnosla llegar. Un regalo de disco.







Origami Harvest.  Ambrose Akinmusire. (Blue Note Records) 

Aquí está. Un ejemplo vivo de por qué algunos remárcabamos en los últimos años que había que prestar atención al hip hop; era por esto, porque no íbamos a tardar en identificarlo como una pieza básica en discos como Origami Harvest, donde este género es parte del engranaje de un mensaje artístico emocionante del trompetista y compositor Ambrose Akinmusire, junto con el jazz y la música de cámara.






Seymour Reads The Constitution!. Brad Mehldau Trio. (Nonesuch Records)

Pues... Brad Mehldau soñó que el actor Philip Seymour Hoffman le leía la constitución, y de fondo sonaba una melodía que pudo atrapar cuando despertó. Así nació este disco, uno de los más inolvidables de los últimos años en la discografía de este trío.







Standards In Dublin. Gonzalo del Val with Dave Liebman and Ronan Guilfoyle. (Quadrant Records)

Hay que celebrar una serie de decisiones que Gonzalo del Val llevó a cabo al crear este disco: contar con este trío, seleccionar estos temas, interpretarlos con inteligencia y honestidad, trascender cada uno de ellos para crear un todo, y llevarnos prácticamente de la mano (bueno, sí, de las baquetas) a través de los temas. En Standards In Dublin no hicieron falta segundas tomas, y este dato no sorprende lo más mínimo al escuchar el disco.






Still Dreaming. Joshua Redman, Ron Miles, Scott Colley y Brian Blade (Nonesuch)

Entre generaciones, momentos y tiempos discurre Still Dreaming, título inspirado en la que fue banda de Dewey Redman, Old and New Dreams, hace más de tres décadas. Homenaje al padre pero sobre todo al músico (a los músicos fuera de serie), al sendero que une, avanza y, definitivamente, lleva a lugares de recogimiento y asombro.






Temporary Kings. Mark Turner e Ethan Iverson. (ECM)

Dos de Los creadores de jazz más lúcidos de su generación eligen la novela de Anthony Powel para dar título a este disco en el que saxo y piano conversan, confiesan y, sobre todo, figuran —en el sentido etimológico de la palabra, además—. Pero si presenta un valor más allá de la interpretación, este se encuentra, sin duda, en las composiciones: el definitivo camino de baldosas amarillas de este álbum.





The Influencing Machine. Elliot Galvin. (Edition Records)

Todo puede suceder en The Influencing Machine. Y así debe ser. Máxime cuando el título nos lleva a la figura de James Tilly Matthews, empresario de té del siglo XVIII, doble agente y primer caso documentado de esquizofrenia paranoide. Su convencimiento era que su vida estaba siendo controlada por máquinas. Un trabajo brillante del trío de Galvin, que reflexiona sobre nuestra naturaleza y la de nuestro mundo con las herramientas precisas y el discurso más honesto. Una de las obras definitivas de 2018 y de lo que llevamos de siglo.





The Other Side Of Air. Myra Melford's Snowy Egret. (Firehouse 12 Records)

La libertad de The Other Side of Air, su delicadeza y sensibilidad no deben hacernos perder de vista la fortaleza y valentía musical que la formación de la pianista Myra Melford desata en este trabajo, que nos lleva a límites armónicos y melódicos donde no se han recibido aún demasiadas visitas desde la pérdida de nuestros estilistas más personales.







The Window. Cecile McLorin Salvant. (Mack Avenue) 

El disco más valioso de McLorin Salvant hasta la fecha, lo cual es decirlo todo. Se podría escribir un ensayo sólo con el comienzo y el final de The Window. La verdad del directo buceando entre los regalos dejados por Bernstein (uno de los pocos trabajos que han celebrado el centenario de su nacimiento) o Stevie Wonder, con una voz cómoda en cualquier registro, capaz de emocionar e interpretar desde el Tin Pan Alley hasta el lied.





Universal Beings. Makaya McCraven. (International Anthem)

Este doble disco recoge actuaciones del baterista Makaya McCraven en cuatro ciudades, consiguiendo con mayor claridad aún esa conexión con toda música (su nacimiento en París, su ascendencia húngara, su carrera en Chicago, su conocimiento del folclore y del hip-hop...) y, claro está, el valor del ritmo mucho más allá del acompañamiento. Prueba valiosa de ello es el interlazado de patrones e improvisaciones junto al vibráfono de Joel Ross.






Vientos Cruzados. Luis Verde Quartet. (Autoproducción)

El imaginario musical de Luis Verde sigue expandiéndose, y todos los frentes que toca resultan interesantes. Vientos Cruzados es sólo un ejemplo de ello.











WORK. The Complete Compositions of Thelonious Monk. Miles Okazaki. (Autoproducción) 

Escuchar esta filigrana de Okazaki sólo puede hacernos sentir humildad y asombro. Toda la obra de Thelonious Monk en su guitarra y en su manera de hacer música.











© Mirian Arbalejo






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